El ser humano podria estar sobrepasando su jurisdiccion.

Es evidente que el ser humano al utilizar su tecnología se equivoca ya que daña a su planeta, es decir, su pequeñez espiritual es tal que es ciego frente a sus propios intereses de supervivencia. Pero cuando sus aplicaciones tecnológicas puedan ya desestabilizar al planeta y sacarlo de orbita entonces si hay civilizaciones allá afuera trataran de tomar medidas para que un planeta fuera de órbita no afecte su campo gravitacional. Con la aplicación de tecnologías militares secretas las cuales pueden hacer explotar volcanes y producir terremotos como el últimamente acaecido en Chile el cual ha logrado mover el eje de la tierra. Es claro que si un terremoto logra mover una placa tectónica entonces una masa continental podría quedar fuera de sitio y el balance de los pesos en la tierra podría quedar disparejo dando lugar a que la tierra quede excéntrica y como gira a gran velocidad podría salirse de orbita lo cual constituiría un gran peligro para los planetas del sistema solar y si allí hay civilizaciones más avanzadas que nosotros es creíble que traten de pulverizar a este planeta. El cordón de asteroides que hay en este sistema solar parece sugerir que un planeta se pulverizo por razones desconocidas o fue pulverizado antes de que la historia del hombre comenzara. Con algunos experimentos que el hombre realiza como el acelerador gigante de partículas que hay en Europa el hombre puede toparse con fuerzas que pongan en peligro la existencia del planeta y recientemente la prensa ha registrado que un científico involucrado en el proyecto ha hecho unas declaraciones hablando como en una novela de ciencia ficción aludiendo que tal vez hombres del futuro han viajado hasta el presente para no permitir tales desarrollos, es decir, sospechan que algo está metiendo la mano y todo puede deberse a que el hombre está violando su propia jurisdicción. El ser humano debiera pensar que el tiene derecho a equivocarse con lo suyo pero que no con lo de los demás. Por importante que sea una nación no tiene derecho a administrar a un planeta y mucho menos a decidir si el planeta perece o no. Si los tecnócratas del mundo que andan en tales empeños no cesan podrían ser notificados con medidas severas. Por lo pronto ellos permanecen como si nada.


Es claro, cualquier excentricidad que se le ocurra a quienes gobiernan el mundo y que ponga en peligro la estabilidad planetaria tiene que inquietar a otras civilizaciones que vivan afuera. Somos parte de un todo y los gobernantes, en su extrema pequeñez, parecen ignorarlo.


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